Nostalgia a la carta

EL MUNDO DE CÓRDOBA

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Con razón llaman la música «el alimento del alma». La noche del viernes el público nutrido -sólo espiritualmente, apenas la mitad del Auditorio Esbao- ante el icónico grupo vocal «Mocedades» que nos visitó hace unos 6 años como «El Consorcio» en Orizaba, nos despachó en plato grande cantidad de emociones con los estándares del quinteto hispano (inicialmente ocho), perfectamente servidas sus notas por el entusiasmo profesional del maestro López Macip y su estupenda Orquesta Clásica.

Público hambriento de sensaciones del pasado que siempre fue mejor, salió muy satisfecho del Concierto Sinfónico, componiéndose la asistencia de mayores de 50. Pero trayendo ellas la música bajo la piel, la celebración se convirtió prácticamente en una cena intravenosa.

El aperitivo

Camilo Blanes, joven atractivo, delgado y alto como un riel, sacó los genes paternos cantando, completo o en potpurrí clásicos de su padre Camilo Sesto, como «?Quieres ser mi amante?», y «Perdóname». Modesto, agradeció el aplauso estruendosamente sincero tras poner la maquinaria musical en adecuado arranque. El chaval tiene buen futuro. Enhorabuena!.

El plato fuerte

Como no se concibe un concierto de Bette Midler sin «Wind beneath my wings», o de Celine Dion si «My heart will go on», el sinfónico de Mocedades nos sirvió más de la docena de sus canciones tan conocidas y amadas como memorizadas por sus seguidores. Todos en negro, Izaskun Uranga, hermana de las otras fundadores Amaya y Estibaliz, cabello rubio platino corto, con la sonrisa patentada-ojitos cerrados que ocultan sus mejillas; la nueva primera, potentísima voz, Rosa Rodríguez; dos añejos en la experiencia Mocedades (20 años en el grupo), José María Santamaría, guitarrista y guapo oficial (soltero); el director musical, «el latigo» como le llama su colega, José Fernando González, y «la última adquisición» José Miguel González, buen tipo, de esos que resaltan en cualquier fotografía.

Su repertorio, en esas voces y corales que se antojan incomparables (aunque nos recuerdan a la encantadora Familia Rufino, cantantes de los 60s y peso completo), con Rosa en el lugar de Amaya por su registro vocal y que usted se perdió: Amor de hombre, Charango, Desde que tú te has ido, ?Dónde estás corazón?, El vendedor, Has perdido tu tren, Le llamaban loca, La otra España, Los amantes, ?Quién te cantará?, Secretaria,

Tómame o déjame, Un poco de amor, cerrando monumental con su perenne Eres tú.

Pese al llamado general de ?O-tra, o-tra!, los cinco guapos mozos, por cuestión de logística itineraria, no salieron.

El pelo en la sopa

Buen espectáculo, de altura, sólo que rodeados de luces robóticas cegadoras a momentos, hielo seco y decibelaje de bocinas, debo decirlo, taaan alto que me produjeron taquicardia. En serio. Los Rolling Stones enverdecerían de envidia. De hecho, en un par de ocasiones Rosa pidió bajarle, interfería demasiado en las voces. José Ma., pegado a ellas a la derecha del foro, pasó medio show tapándose el oído izquierdo.

El postre

La superbanda de 5, integrada por un 80% mexicanos (2 de Querétaro, un español), excepcionales.

Pero la noche casi se la lleva el estimado maestro López Macip, dirigiendo a su disciplinada y efecto Orquesta Clásica de 30 elementos. Armando no es tímido, ama el show, y justo en el centro –detrás de Izaskun- bajo las luces juguetonas, parecía un aficionado más, conduciendo con movimiento corporal a ritmo, y entonando algunas letras, Me comenta mi querida amiga Chela Allande: «sólo esperaba que se repente se bajara a bailar, como Cantinflas en El Bolero de Ravel.»

No nos brindaron más, pero como invitados educados, agradecimos con el alma el convite.

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