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El niño yuntero

Carne de yugo ha nacido
más humillado que bello
con el cuello perseguido
con el yugo para el cuello
nace como la herramienta
a los gopes destinado
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado,
nace como la herramienta
a los golpes destinado.

Empieza a sentir y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra
contar sus años no sabe
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador
empieza a sentir y siente
la vida como una guerra

a fuerza de golpes fuerte
y a fuerza de sol bruñido
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido
y como raiz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente
a fuerza de golpes fuerte
y a fuerza de sol bruñido

quien salvara a este chiquillo
menor que un grano de avena
de donde saldra el martillo
verdugo de esta cadena
que salga del corazón
de los hombres jornaleros
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros
que salga del corazón
de los hombres jornalero

Qué más da

En mi agenda lo anoté:
3 de octubre, anteayer,
a las 10 y media y un suspiro
decidí en ti nacer
y a tu lado me quedé
sin ayeres ni porqués
y te di lo que dicen separa
inocencia y madurez.

¿Qué mas da, si fui yo,
fue la luna o fue tu piel?
Lo que yo te entregué
fue la vida y mi sed
de mujer.

Nunca me pesó porque
de ser cría a ser mujer
no era mas que un paso en el vacío
de mi miedo hasta tu piel.

¿Qué mas da, si fui yo,
fue la luna o fue tu piel?
Lo que yo te entregué
fue la vida y mi sed
de mujer.

¿Qué mas da?

¿Qué mas da, si fui yo,
fue la luna o fue tu piel?
Lo que yo te entregué
fue la vida y fue…

Que te me vas

Por los cauces de tu cuerpo me perdí una mañana
Y me encontraron soñando, mi barca a tu cuerpo anclada.
La mañana era azul plata y tus ojos sin mirada
Ya no me pedían agua, sólo acariciaban nácar.

Ay, Ay, que te me vas con el alba, que te me vas.
Cuando aún estoy soñándote y no ha cantado el amanecer
Ay, Ay, que te me vas con el alba, que te me vas.
Cuando aún te siento y no ha acabado el ayer

Por los cauces de tu cuerpo me perdí una mañana
Y en tu piel hecha de musgo se resbalaba mi alma
Te he soñado tantas veces pero cuando llega el alba
Tú te vas, yo me despierto sobre tu almohada callada.

Ay, Ay, que te me vas con el alba, que te me vas
Cuando aún estoy soñándote y no ha cantado el amanecer.
Ay, Ay, que te me vas con el alba, que te me vas
Cuando aún estoy soñándote y no ha cantado el amanecer…

Secretaria

Secretaria,
La que no habla
Siempre atenta, diciendo nada.
Te firmé mis veinte años
Te ayudé a subir peldaños
Y entre copa y copa me hice necesaria.
Y al negarme a ser amable me ignoraste
Y sólo fuí tu secretaria.
Hemos compartido juntos
Tus fracasos y tus triunfos
Y hasta creo haber tejido yo tus canas
Pero allá a las siete en punto
Tú te ibas con los tuyos, yo a mi casa.
Fuí también la celestina
De tus citas clandestinas
Y aprendí a estar bien callada
Luego un guiño de malicia
Una caricia de cumplido
Y un gentil hasta mañana.
Era yo quien escogía
Las flores que cada día
Enviabas a tus jóvenes amadas
Era yo quien te firmaba las tarjetas
Hasta en eso secretaria.
Secretaria, secretaria
La que escucha, escribe y calla
La que hizo de un despacho tu morada
Casi esposa, buen soldado, enfermera
Y un poquito enamorada.

 

Lluvia

Lluvia, tan sólo lluvia,
para ti nunca fui más.
Lluvia tímida y lenta,
la que llama a tu cristal.

Lluvia, tan sólo lluvia,
agua para jugar.
Lluvia de niño y charco,
la de barcos de papel.

Agua tímida y lenta
que como vino se fue.
Lluvia, tan sólo lluvia,
agua para jugar.
Lluvia, tan sólo lluvia,
agua para jugar.

Lluvia, lluvia, lluvia.
Lluvia, tan sólo lluvia,
agua para jugar.
Lluvia, tan sólo lluvia,
agua para jugar.
https://www.youtube.com/watch?v=IUc2wtG_uNM

Para tí, pequeñas cosas

Tus manos son mis raices
Tus ojos cuchillos finos
Tus brazos lazos, tu pecho regato
Tu piel mi río.
Tu cuerpo barro en mis manos
Tu pelo, lino tejido
Tus besos, noches sin alba
Tu aliento, calor del mío.
Para tí pequeñas cosas
Para mí por las que vivo.
Tus besos, noches sin alba
Tu aliento, calor del mío.
Tus pasos son mi camino
Tus deseos mi destino.
Son tus palabras los versos
De este cancionero mío.
Díme que sea tu sábana
Y me bañaré en tomillo.
Dí que sea primavera
Y me haré hielo derritido.
Para tí pequeñas cosas
Para mí por las que vivo.
Díme que sea guitarra
Y mi cuerpo será sonido.
Yo que tú, yo que tú
Me daría por vencido
Que si ahora pido cariño
Luego tú serás vendido.
Yo que tú, yo que tú
Me daría por vencido
Que si ahora voy despacio
Despacito serás mío

El color de tu mirada

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El color de tu mirada
Para tí, pequeñas cosas
Lluvia
Zenbat bide zure billa
Secretaria
Que te me vas
Qué más da
El niño yuntero
Mi padre
La gaviota

Mi padre soñaba todo el día con vender nuestra casa y marcharnos lejos, pobre soñador, quería hacerse rico y se hizo viejo&iríamos todos a París, dónde él sería duque, yo bailarina&

    Con Secretaria en las listas de venta, Mocedades entra en 1976. Continúan de racha, pero sin dormirse en los laureles, con lo cual rápidamente se ponen manos a la obra con el proyecto del siguiente larga duración. El Color de tu mirada. Esta canción apareció como sencillo en la primavera del 76. Se trata de un tema que pone en evidencia la madurez del grupo y la versatilidad. Aun así, no se puede incluir en las listas de éxitos del grupo, fue una canción que no tuvo demasiada repercusión. Como acompañante de esta canción se encontraba El niño yuntero, un poema de Miguel Hernández, adaptada por José Ipiña en el año 69 y que incluían en sus actuaciones, aunque no se llegó a grabar en estudio hasta 1976, acompañados a ritmo de guitarras únicamente, una maravilla de canción.

   En el mes de marzo, se grabó La hora de&Juan Carlos Calderón, programa íntegramente dedicado al compositor santanderino y como homenaje, asistieron como no, Mocedades y Sergio y Estibaliz, para cantar y hablar de sus éxitos y canciones. El los presentó como la obra por la cual me siento más orgulloso. Para cerrar el programa tuvo como invitados a la familia Uranga al completo, incluido don Roberto, el padre de todos. La actuación fue recordada y comentada, porque ahí era donde estaba el germen de Mocedades en las reuniones familiares.

    En este disco no se incluyeron temas en inglés, todos en castellano, excepto una en euskera, se trata, sin duda de un disco muy poco comercial, pero mucho más maduro y elaborado. Casi todas, obras de Calderón, aunque Rafael Pérez Botija volvió a participar, con la que para muchos es la mejor obra del disco, Mi padre, la historia de un padre soñador contada por su hija, que no podía ser otra que Amaya. Lluvia, una balada triste de desamor. Y La Gaviota, tema de la película Las adolescentes, un film del destape en un país que se iba liberando de la moral del régimen franquista. Este tema ya se incluyó, en inglés en el año 1971, en el disco Otoño, titulada Lady of the hace. Otra joya, Para ti, pequeñas cosas, la única canción coral del disco con un empaste de voces perfecto.

    Nuevamente este año, Mocedades repitió viaje a América, ya se estaban consolidando en el mercado discográfico, sobre todo en Méjico, dónde no paraban de cosechar éxitos. En esta ocasión, Roberto no pudo asistir por encontrarse cumpliendo el servicio militar y fue sustituido por su hermano Javier, que pertenece también al mundo de la música, pero no como cantante sino, como técnico de sonido, aunque sus aptitudes vocales están a la altura de su apellido.

  Durante uno de los viajes que el grupo tuvo que hacer a Madrid, para grabar un programa de televisión, algunos de los componentes sufrieron un accidente de tráfico, concretamente Amaya, Roberto y la mujer de este. Pese a lo aparatoso del golpe, no se produjeron lesiones demasiado graves, pero les tuvo alejados de los escenarios durante unas semanas.

   A finales de año, Mocedades nuevamente cruza el charco, pero esta vez para presentarse en los Estados Unidos, en el Madison Square Garden, concretamente el 21 de noviembre, junto con Roberto Carlos, Pedro Vargas y Julio Iglesias, ante 20.000 personas, con record de recaudación hasta ese momento. El espectáculo se cerró con el grupo bilbaino interpretando Eres tú.

 

Este disco gira alrededor de “Secretaria”, que en el momento de su publicación ostenta el liderato en la venta y popularidad de singles. Y ese es el problema, pues la canción eje no da para mucho. También se nota en él los vientos de cambio político que soplaban en nuestro país en aquel 1976. Alguna canción con temática social y una puesta en solfa de uno de las más famosos poemas de Miguel Hernández: “El niño yuntero”. Con todo, se nota que el grupo de las Uranga pierde fuelle en su séptima entrega y toma un rumbo con tendencia a la ñoñería.

Amaya canta con su voz de soprano siempre bien afinada la canción que presta título a todo el álbum, unabalada sosa y previsible con mucho violín y coro más en segundo plano que en otras ocasiones. Más interesante resulta “Para ti, pequeñas cosas” una canción de amor con un aura campestre en la línea de María Ostiz. No es la única cortada con las mismas tijeras. “Que te me vas”,  por ejemplo, se mueve también en la lenta tesitura habitual en el grupo, aunque en este caso unos arreglos imaginativos salvan bien el asunto. La rareza puede venir de la mano de “Lluvia” , una pieza descriptiva que resulta por momentos inquietante con sus voces susurradas y su acompañamiento velado.

Seguramente el título más movido, alegre y que mejor ha envejecido de los contenidos en este disco es el que lo cierra: “La gaviota”, una pieza alegre y muy comercial con el que Mocedades demuestra que también se mueven con soltura en los temas movidos.

Además de las dos pistas, seguramente las dos mejores de todo el LP, puedes escuchar también el leit motivdel asunto; es decir aquella “Secretaria” en el sencillo correspondiente, publicado el año anterior.

Finalmente apuntar que desaparece de la portada del disco el logotipo de Novola, sello ya fenecido en aquel momento, para figurar únicamente el emblema de la casa madre, Zafiro.

 

 

El color de tu mirada

Me inventé tu voz
Te dí nombre
Como quien se inventa el sol
Y pinté tu piel color bronce
Sin querer pinté el amor.
En tu pecho imaginé celos
En tus manos suavidad
En tu boca dibujé besos
En tus ojos claridad.
Cuando vi tu imagen
En mi sueño aparecer
Sin querer me enamoré.
Yo, sin querer pinté el amor
Pero el tiempo se llevó
El color de tu mirada.
Cuando niña te soñé niño
A los quince irreal
Hace poco te pinté mío
Ahora no te sé pintar.
Y éste es tu retrato
Con algún año de más
Sólo queda ya firmar.