Es difícil encontrar un bilbaíno que haya olivado el estribillo de «eres tu», con aquel agudísimo u-u-u-u- que ponía en un compromiso a los que se atrevían a imitara Amaya.
El repertorio de Mocedades se ha instalado en la memoria de la ciudad, como esas canciones de las que uno siempre se acuerda cuando se va de excursión con un grupo de amigos y tiene ganas de cantar. El sábado por la noche, gran parte de esos admiradores volvió a reunirse para escuchar esa misma melodía.
Pero en esta ocasión era otra voz la que entonaba.
A pesar del tiempo trascurrido , la palabra Mocedades sigue siendo un conjuro para el publico de Bilbao. La actuación de la Pérgola congregó a una multitud tranquila y sin empujones, donde abuelos y nietos saboreaban helados de vainilla. Muchos renunciaron a los fuegos artificiales para poder conseguir un buen asiente y cuando el reloj marco la hora señalada ya había varios miles de espectadores acomodados en los rincones del jardín.
Los músicos salieron al escenario con puntualidad británica, envueltos en una armonía de ropa oscura y dispuestos a sentirse en casa. De los cinco integrantes del conjunto solo dos Izaskum y Javier- han compartido los 27 años de trayectoria del grupo. Ellos llevaron el peso de la comunicación con el público. Presentaron a los nuevos componentes y repasaron sus éxitos en clave de complicidad «os acordais de esta, vamos a por ella».
El público se acordaba de casi todo. Fue uno de esos conciertos a los que se va con legión aprendido, porque la mayor satisfacción es revivir nota a nota las canciones archivadas en el recuerdo. Algunos no resistieron la tentación de cantar. Otros daban palmas con la mirada teñida de nostalgia, como embarcados en un viaje al pasado. El grupo no ofreció ninguna canción nueva que definiera su actual etapa. Nadie lo esperaba. Los espectadores estaban allí para solidarizarse con la esposa de Tómame o Déjame para seguir la triste vida de secretaria o emocionarse con el destino trágico de Maitetxu mia
Y eso fue lo que encontraron. Las cantaron todas, con su característico sonido de polifonía y la solista Inés Rangil , que salió con bien de la batalla de las comparaciones. Convenció a la mayoría , aunque tuvo que escuchar una sonora discrepancia. Hacia mitad del concierto un hombre de pelo cano sentado en cuarta fila comenzó a gritar » tongo, tongo, vosotros no sois Mocedades. «y quienes somos» le pregunto Izaskum, unos imitadores, contesto antes de levantarse y abandonar el recinto. El incidente pronto quedó olvidado.» Estamos aquí para hacer canciones que os gusten a todos, afirmó la representante de la familia Uranga.
Y prosiguió el recital que se prolongó con numerosos bises. Cuando cantó Pange Lingua por aclamación del publico, Izaskun se sacudió dos lagrimas rebeldes que ya no la abandonaron. Los espectadores terminaron de pie, agitando pañuelos blancos y moviéndose al ritmo de Willy Fog en la vuelta al mundo. A la salida un hombre barruntaba su desencanto » ya no suenan igual. Yo pensaban que eran los mismos pero me ha dicho mi mujer que ahora se llaman el Consorcio, pues yo creo que están en una etapa de mucha calidad, le replicó un joven que se avanzaba a los camerinos decidido a conseguir autógrafos. Entre la cola que se formó ante la puerta donde todavía se tarareaba ¿dónde estas corazón?, Sergio y Estíbaliz apuraban dos cucuruchos mientras esperaban » para saludar a la familia».